lunes, 21 de julio de 2008

No somos tan, pero tan particulares

Hay que tener cuidado con las aseveraciones del sentido común, del estilo de "esto no pasa en ningún país del mundo". Edu Aliverti piensa que lo de Cobos es inconcebible; no lo llama traidor pero claramente va por ese lado. En cualquier caso, esté bien o esté mal, estas cosas pasan. En Paraguay hace poco el vecipresidente apoyó abiertamente manifestaciones contra el presidente. En Tierra del Fuego (ya sé, es el mismo país, pero es otro ejemplo) gobernador y vicegobernador se dijeron de todo entre ellos. No tengo más ejemplos, pero no es tan inconcebible que una fórmula armada con fines electorales confronte cuando las cosas se ponen feas, al punto de que el vice se vuelve opositor.

Claro, pocas veces se da el caso de que el vicepresidente tenga tanto poder en sus manos de este modo, casi por azar. De eso sí que debe haber pocos ejemplos. Pero no nos creamos que lo de Cobos fue tan increíble. Después de todo, el tipo bien con el gobierno no se llevaba, y a partir de esto no solo se volvió conocido sino también querido por muchos. Puede no haber sido éticamente correcto (yo no estoy tan seguro), pero ¿somos el único país del mundo donde los políticos suelen actuar al margen de criterios éticos?

En algo tiene razón Edu: es cualquiera que el tipo no renuncie.

sábado, 19 de julio de 2008

Fracaso

El gobierno hizo una apuesta demasiado fuerte y perdió. No es una víctima de la situación: fracasó en el juego que él mismo contribuyó a generar. Luego de convertir a la confrontación con el campo en una lucha total y transhistórica, donde todo y todos estaban en juego, terminó arrastrando al desconcertado progresismo K a una nueva derrota que, por supuesto, éste vuelve a interpretar en los melancólicos términos de una lucha eterna con la derecha reaccionaria.

Luego de los cacerolazos de la clase media, el gobierno y sus intelectuales orgánicos desataron un discurso según el cual lo que aquí estaba en juego no era una cuestión económica, sino una batalla cultural entre un progresismo redistributivo y una derecha concentradora. El énfasis puesto en los derechos humanos le dio al conflicto un tinte de setentoso, como si en cualquier momento cayera un golpe de Estado. Finalmente todo terminó con una derrota en el Congreso que puso de manifiesto la debilidad de la coalición gobernante y el poder de veto de sectores económicos opositores.

La extrema ideologización puede generar liderazgos fuertes pero también corre el riesgo de no poder cristalizarse en un armado de poder sólido, que supere las coyunturas adversas.

martes, 17 de junio de 2008

Muy largo el discurso

Un profesor bastante mediocre dijo una vez algo muy cierto: para ser efectivo, un mensaje político debe transmitir una idea; a lo sumo dos.

El problema con los discursos largos y multidimencionales (como el de Cristina y, más aún, el de Néstor) es que cruzan tantos elementos que cada uno puede agarrarlos para donde quiere. Salvo que la idea central sea precisamente la extensión o la vaguedad (estrategia adecuada cuando se desea generar confusión o despreciar al adversario), mejor hablar poco y claro. Por ejemplo: "las retenciones a las exportaciones evitan que los productos básicos sean vendidos en el mercado interno a precios internacionales. Eso beneficia al conjunto de la población, lo cual es la tarea de un gobierno democrático. Por lo tanto, las retenciones son legítimas". Ello no es un razonamiento infalible (una respuesta posible: "pero la plata de las retenciones se la queda el gobierno central en detrimento de las provincias"), pero es un razonamiento. Ello permite centrar la discución en algo más concreto que el sistema democrático, la historia del peronismo, los derechos humanos, el papel de los medios de comunicación, la recuperación económica, el golpismo, etc., todo junto y al mismo tiempo.

Esto no quiere decir que todos esos elementos no intervengan. Lo hacen. Lo importante acá no es la realidad total del problema (que solo podría ser abordada por un estudio científico), sino la capacidad de mantenerlo mínimamente regulado dentro de las posibilidades del debate público. Lo mío parece muy Habermas, pero a pesar de mi posestructuralismo, creo que mucho Laclau acá se vuelve complicado. El excesivo uso de la retórica hace que la deliberación sea reemplazada por la guerra de consignas. Pegar la política de derechos humanos a las retenciones es perfecto para la lucha ideológica, pero si ninguno de los bandos consigue prevalecer, después se hace más difícil destrabar el conflicto. Después de todo, cuantas más consignas se ponen en juego, cuantas más palabras empiezan a circular incontrolablemente por el espacio público, más imprevisibles se tornan sus efectos. ¿No leyeron acaso los Kirchner a Derrida?

sábado, 7 de junio de 2008

Fuerza Barack

No quiero decepcionar a nadie, pero lo de Obama es complicado. El tipo en negro, y si bien eso puede ser un beneficio entre el electorado liberal de las internas demócratas, andá a convencer a las iglesias evangélicas del sur de que te voten. Ya sé: los pastores convencidos de que los judíos se están afanando la guita no votarían a un demócrata ni que fuera idénticco a Jesús. Pero acá lo que está en juego es el campesino prejuicioso que todo blanco protestante lleva adentro.

Después del memorable discurso de Barack luego de que su viejo consejero religioso se fuera de boca, se revirtió la tendencia y perdió la mayoría de las elecciones que le quedaban. Es decir, cuando la cuestión racial se puse en un primer plano con total franquza, la cosa se le puso fea (lo cual fue muy bien explotado por la campaña Hillary, y lo será probablemente mejor por McCain). Barack es el tipo ideal para que los republicanos hagan lo que mejor saben hacer: decirle a la mayoría blanca que si se pone blanda con las minorías, el país se va al demonio.

Como diría Lenin: ¿qué hacer? El Criador recomienda no meterse con la national security. Yo creo que acá, donde hay una desventaja ideológica, hay que hacer una apuesta fuerte. Esto no lo va a ganar haciéndose el boludo. El que calla, otorga. Además, cualquier avioneta se estrella con un poste de luz y la cosa se le viene encima. Solo queda pegarle con todo a los republicanos en ese tema (argumentos no faltan) y esperar que la desventaja en el issue "national security" se achique un poco. De la cuestión racial va a haber que hablar también, pero eso es recontra-delicado. Hay que hablar con la suficiente franqueza como para contrarrestar los temores que se van a generar, pero no tanto como para que el tema se vuelva central (si hay guerra de razas, los negros pierden).

Es bastante complicado, pero no se preocupen: McCain no es tan malo.

jueves, 24 de abril de 2008

Deseo infantil y política

La semana pasada hubo uno de esos típicos debates de A dos voces, donde ponen frente a frente a dos personas con ideas diametralmente opuestas para que discutan a más no poder. En esta ocasión, fue sobre la situación de Patti. De un lado, una joven abogada de los organismos de derechos humanos. Del otro, una diputada de Recrear, cuya visión era la clásica "teoría de los dos demonios; hay que dejar el pasado atrás".

Lo llamativo fue el final. La abogada dice "voy a cerrar con tres palabras: justicia, verdad y memoria" (son cuatro en realidad). Después la diputada tiene los "30 segundos finales" que le concede Bonelli, y le da duro a los organismos de derechos humanos. La abogada se enoja y empieza a repetir en voz alta "justicia, verdad y memoria; justicia, verdad y memoria...", por sobre las palabras de la otra mina.

El gesto me pareció tan infantil como enternecedor. Pero a la vez, revelador de la naturaleza profunda de la política. Porque detrás de cada posicionamiento político hay un capricho infantil. El reclamo político tiene mucho del chico que se larga a llorar porque el padre no le compra un juguete. Ahí no importan las explicaciones: que no hay plata, que el juguete es peligroso, que compraron otro hace poco... nada de eso. Y entonces solo queda llorar como loco y gritar "¡quiero el juguete!". La política tiene mucho de eso. Mi reclamo es justo más allá de los argumentos, y si el otro no lo entiende tengo derecho a gritar y palatear hasta que me den la razón. Es un poco lo que vio algún politólogo lacaniano: alguien tiene que ser el responsable de que nuestro deseo no se realice. Y si en definitiva el otro no puede ver que yo tengo razón, de que lo que yo sostengo es evidentemente bueno y justo, no me queda más que gritar "¡justicia, verdad y memoria!".

sábado, 19 de abril de 2008

Malditas leyes

Yo entiendo que no nos guste que Patti entre al Congreso, pero no da para pedir una interpretación de la ley que se adapte a nuestros ideales de justicia del momento. Es cierto, como opina Rubén, que a veces la ley, por ser general, debe ser interpretada de acuerdo a las circunstancias en las que se aplica. Pero acá no hay vuelta que darle: se es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Prohibirle el cargo a un tipo que fue votado democráticamente porque "todos sabemos que es culpable" es una trampa, porque "lo que todos sabemos" cambia de un momento a otro según las circunstancias. Que nos repugne que Patti entre al Congreso no quiere decir que la ley sea ambigua o que no contemple esta circunstancia. Quiere decir que muchos no la quieren aplicar.

lunes, 14 de abril de 2008

¿Racistas o tendenciosos?

El tema de los medios está interesante. Por supuesto, si todo lo que la gente mira es TN y el noticiero de Canal 9, va a estar difícil para la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA librar batalla. Más con ese primer comunicado genérico que mandó, que parece más un reto moral que una preocupación concreta. Ahora mandaron uno un poco más específico, pero que sigue teniendo algunas complicaciones.

El tema de la libertad de prensa es complicado, porque es siempre difícil definir objetivamente la diferencia entre buenos y malos manejos de la información. Siempre se mezclan las preferencias políticas particulares. Yo por ejemplo no estoy tan seguro de que diferenciar entre "ciudadanos que se convocan espontáneamente" y "grupos piqueteros organizados" sea un acto de discriminación. Considerando que el que encabeza a los piqueteros es un aliado del gobierno, tampoco me parece que sea manipular la información inferir que su movilización tiene el visto bueno de los Kirchner. ¿Cómo quiere Schuster que los llamen Clarín y La Nación? ¿Grupos de ciudadanos autoconvocados con carteles de la JP y encabezados por un ex-funcionario del gobierno?

No digo que lo de los medios no haya sido un desastre. Como bien dijo Edu Aliberti, acá hay intereses pesados en juego. Pero ser tendencioso no es lo mismo que ser racista.