sábado, 19 de julio de 2008

Fracaso

El gobierno hizo una apuesta demasiado fuerte y perdió. No es una víctima de la situación: fracasó en el juego que él mismo contribuyó a generar. Luego de convertir a la confrontación con el campo en una lucha total y transhistórica, donde todo y todos estaban en juego, terminó arrastrando al desconcertado progresismo K a una nueva derrota que, por supuesto, éste vuelve a interpretar en los melancólicos términos de una lucha eterna con la derecha reaccionaria.

Luego de los cacerolazos de la clase media, el gobierno y sus intelectuales orgánicos desataron un discurso según el cual lo que aquí estaba en juego no era una cuestión económica, sino una batalla cultural entre un progresismo redistributivo y una derecha concentradora. El énfasis puesto en los derechos humanos le dio al conflicto un tinte de setentoso, como si en cualquier momento cayera un golpe de Estado. Finalmente todo terminó con una derrota en el Congreso que puso de manifiesto la debilidad de la coalición gobernante y el poder de veto de sectores económicos opositores.

La extrema ideologización puede generar liderazgos fuertes pero también corre el riesgo de no poder cristalizarse en un armado de poder sólido, que supere las coyunturas adversas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

está bien, pero
YO
me casé
con DIOS

El pato Canoso dijo...

para fracasos
ya lo tenemos a Heinze y a Gaudio.
basta de Nalbandianes.