jueves, 3 de abril de 2008

Golpes y caricias

La vez pasada no la quise complicar, pero el curso de los acontecimientos me lleva a seguir insistiendo y profundizando en el "populismo". La vez pasada mencionamos a Ernesto y su concepción del populismo como fuerza dicotomizadora, que divide al campo político en dos polos antagónicos. Esta vez lo vamos a traer a su discípulo Gerardo. Para él lo que caracteriza al populismo no es exactamente la dicotomización del campo político, es decir, la confrontación permanente con un enemigo al que se culpa por todos los males, sino un doble movimiento de confrontación e integración de los demás grupos. Perón se la pasaba hablándole a las masas obreras de liberación de la oligarquía explotadora, pero no se privó de ir a la Bolsa de Comercio a decirle a los financistas que la política social era la mejor forma de evitar el comunismo. Para el General, aún los tipos más guitudos tenían un lugar digno en su comunidad organizada. (Hay más ejemplos y lo mismo pasó con Yirigoyen, pero si quieren el desarrollo completo mejor lean el libro).

Hoy pasa algo parecido con el campo. Por momento son "oligarcas", "golpistas", "enemigos de los derechos humanos" y "cómplices de la dictadura". Pero, como señaló repetidamente la presidenta en sus últimos discursos, ellos también forman parte del pueblo argentino. De allí que en vez de mandar a la gendarmería les pide "por favor" que dialoguen. Hay que golpear y acariciar. Hoy enemigos, mañana amigos. Así es el juego.

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