lunes, 31 de marzo de 2008

Sí sí... fue un "error"...

Son graciosas las críticas constructivas que los columnistas de Página/12 le hacen al gobierno. Al gobierno le faltó "cintura política", escribe Edu Aliverti. Mario Wainfeld va más lejos: Sin gestos conciliatorios, sin discernir en el variopinto frente agropecuario, la Presidenta facilitó que muchos de sus opositores se juntaran en su contra, algo que en política siempre conviene precaver. No siempre, diría yo.

Hay varias formas de construir un discurso político. Laclau y su mujer distinguieron hace algunos años entre discursos que engloban a todos los sectores políticos, y discursos que interpelan a algunos enfrentándolos con otros. La clase media acomodada y Joaquín Morales Solá piden lo primero, mientras que D'Elía se tira de cabeza en lo segundo, que es lo que caracteriza a los regímenes populistas (hay quien dice que no tanto, pero no la compliquemos acá).

Si uno construye poder a partir de la dicotomización del campo político, es decir, de la confrontación con un sector social específco (la "oligarquía"), lo más funcional a esa estrategia es que los opositores comiencen a actuar efectivamente como un bloque homogéneo. Así, en la medida en que pequeños propietarios rurales, sectores pudientes de la clase media y dirigentes políticos opositores aparecen todos ligados a un bloqueo de rutas apoyado por la Sociedad Rural, el gobierno consolida en un minuto su propio bloque "anti-oligárquico". Lejos de carecer de cintura política, Cristina jugó sus fichas de manera sumamente acorde a su propia estrategia: en su segundo discurso, después de haber acentuado el antagonismo con el campo, se mostró "dialoguista", dejando en falta a los beligerantes productores, a la vez que golpeó a los caceroleros por golpistas y enemigos de los derechos humanos. Se refuerza así la idea de que las protestan forman parte de una ofensiva golpista y reaccionaria. Y qué mejor para legitimar esa idea que tener al campo y a la Sociedad Rural, aliados históricos de los gobiernos militares, encabezando el frente opositor mediante un desabastecimiento de productos primarios con antecedentes golpsitas. Si al gobierno le simpatizaran los gestos conciliatorios, no hubiera mandado a D'Elía a ocupar la Plaza de Mayo (y encima lo metieron en un palco cuando habló Cristina, como para que las señoras de Barrio Norte se queden tranquilas).

En definitiva, no seamos salames. Hay varias maneras de construir poder, y tener enemigos puede ser una estrategia útil más que un "error". Insisto: volvamos al primer peronismo. Creo que con eso vamos a entender bastante de lo que está pasando.

domingo, 30 de marzo de 2008

Revolviendo la basura mediática

En medio de todo este despelote de gente que se sitúa apresuradamente de uno y otro lado de este picadito (político) que se armó en los últimos días, acá van algunos elementos más o menos coherentes que se quedaron en el colador, escurridos párrafos y párrafos de indignación prejuiciosa en los medios de comunicación (gorilas y progres):

-La gente del campo no la está pasando tan mal como para ir al extremo de bloquear caminos y generar desabastecimiento.

-Gritarle "que se vaya" a un gobierno elegido democráticamente hace pocos meses es una consigna golpista.

-Si el gobierno dice que no va a negociar con una pistola en la cabeza, ¿por qué pretendió que Uruguay negocie con los pasos internacionales bloqueados?

-Que las protestas de la clase media son por la política de derechos humanos, como dijo la presi, es una suposición sin ningún sustento sólido. Ello convierte a dicha política en una consigna que le quita entidad a los derechos humanos como bien en sí mismo.

-La política de retenciones no estuvo bien estudiada y se implementó en forma medio tosca, sin diferenciar pequeños, medianos y grandes productores. Lo de "la oligarquía rural contra el pueblo" todavía es más una mistificación que una realidad tangible.

Cambio y fuera.

viernes, 28 de marzo de 2008

Clases medias y cacerolas

Los progres están indignados con los caceroleros, y no pueden creer "lo pelotuda que es la gente", como llevo escuchado decir a cuatro personas ya (yo dije algo parecido el primer día). Les salió el tiro por la culata a los que pedían que la clase media fuera más solidaria con los piqueteros. Tendrían que haber aclarado con cuáles.

La pelotudez radica aparentemente en que los caceroleros van contra sus propios intereses, puesto que las retenciones contienen el aumento de precios de los productos que ellos mismos consumen. Es verdad. Pero no creo que a los vecinos de zona norte y Caballito la inflación los esté jodiendo demasiado. Sí les revienta lo del INDEC, porque están convencidos de que es una burla personal hacia ellos (y eso dicen los medios en general permanentemente). Tampoco les gusta el estilo general del gobierno: casos de corrupción, alianza con Chávez, vía libre a los piquetes, funcionarios odiados (como Moreno), aparato peronista, etc. Y a juzgar por cómo los corrió D'Elía, no estaban tan equivocados.

Creo que de Yrigoyen y Perón aprendimos que no hace falta tocarle el bolsillo a la clase media para que ésta proteste. Si el campo político se polariza, va a elegir el Teatro Colón antes que el candombe.

jueves, 27 de marzo de 2008

Peronistas eran los de antes... y los de hoy

El Criador piensa que todo este quilombo puede reflejar una "coyuntura crítica generadora de identidades políticas", que eventualmente conmovería la tradicional dicotomía pernismo/antiperonismo a partir de la oposición izquierda/derecha, al punto que existe la posibilidad de que ambas lleguen a converger. Se basa en que muchos progres anti-K se sienten más cercanos al gobierno que a la protesta del campo. A mí me parece que lo que estamos viendo es una típica polarización populista, que nos retrotrae a los tiempos del peronismo/antiperonismo más que a cualquier distinción tradicional izquierda/derecha. Claro que el gobierno querría que los dos ejes coincidieran, y fogonea el mito peronista de la oligarquía terrateniente hiper-concentrada. Pero para ello tendría que haber tomado alguna medida para evitar que Sociedad Rural y Federación Agraria convergieran en un mismo reclamo. Bastaba verlo ayer a un diregente de la Corriente Clasista Combativa en el obelisco puteando al gobierno (aunque no se privó de darle con un caño también a la Sociedad Rural). No sé si fue por él que Lilita reflexionó: "¿qué oligarquía, si algunos no tienen ni dientes?".

Por otro lado los medios ya se volcaron mayoritariamente a favor de los caceroleros. Sumado al disgusto que a la clase media en general le provoca D'Elía, es de esperar que ella se vaya alineando más que nada en contra del gobierno. Pero ojo: la clase media no es el monstruo derechista que gustan pintar algunos opinadores progres (después de todo, a Macri le costó bastante llegar a ganar en Capital, y tuvo que ponerse el traje de progre para hacerlo). Hay tipos progres que, precisamente, no quieren alinearse con el campo ni con el gobierno. Pero esto también es típico del populismo, que tradicionalmente ha dejado mal parada a una izquierda que no sabe de qué lado ponerse (el Partido Socialista fue en su momento furiosamente antiperonista, aunque sufrió divisiones internas a partir de ello; el Partido Comunista primero se opuso pero poco tiempo después apoyó al general).

Una más: la UIA y los grupos industriales recontra concentrados no se van a alinear contra el gobierno. Y no creo que por eso se vuelvan "de izquierda".

En definitiva, creo que "populismo" sigue siendo la palabra mágica para la Argentina: coaliciones heterogéneas que se chupan a todos los sectores sociopolíticos.

martes, 25 de marzo de 2008

Despelote en la ciudad ahora

Hace unos meses hablaba del discurso subterráneo que se asomaba a través de derrotas kirchneristas a nivel local: Macri en Capital, Ríos en Tierra del Fuergo, Binner en Santa Fe. No había una oposición orgánica capaz de poner en peligro al gobierno a nivel nacional, pero el 55% de los votantes no eligieron a Cristina en octubre. En Capital apenas superó el 20%, y en los centros urbanos, salvo los del Gran Buenos Aires, no le fue tan bien. Había mucha gente a la que el gobierno no le gustaba, diría uno.

¡Pero aquí están! Sí señores, la clase media (una parte, tampoco toda) salió a protestar. Hace unos años era "piquete y cacerola, la lucha es una sola"; hoy es "estoy con el campo". No se la veían venir ni ahí ¿o sí?

Ernesto la pegó muy bien en su último libro (y eso que yo como tantos le pegué con un caño, pero parece que el viejo la tiene más clara de lo que pensábamos). Cuando hay muchos sectores disconformes, es cuestión de que aparezca un elemento aglutinante que exprese la insatisfacción de sus reclamos frente al discurso dominante. Se conforma entonces un bloque opositor y el campo político se polariza (simplificando un poco, se entiende). Puesto que la contraposición con el gobierno pasa a ser el factor dominante, no importa cuál sea el elemento aglutinante, siempre y cuando sea capaz de encarnar dicha contraposición. En este caso, fueron los productores agrícolas, por la frontalidad y beligenrancia que alcanzó su protesta, y por la respuesta igualmente frontal que dio Cristina. Podrían haber sido muchas otras cosas.

Habrá que esperar un análisis más minucioso, pero si las protestas se iniciaron en Recoleta, Belgrano y Caballito (Acoyte y Rivadavia, que es una zona de buen poder adquisitivo), es claro que el nivel socioeconómico de la protesta es de clase media alta. Justamente los sectores que más cuestionaban los cortes de calles de los piqueteros. Hoy cortan la calle ellos mismos y apoyan los cortes de los productores agropecuarios. Ocurre que ya está demasiado instalada la idea de que se protesta como uno quiere cuando quiere: cortes de calles hay todo el tiempo y fue el propio gobierno el que fogoneó en su momento el bloqueo de los pasos internacionales con Uruguay. Si todo el mundo corta la calle, ¿por qué no lo voy a hacer yo? Además el gobierno concentró tanto poder (decretos, congreso subordinado, cooptación de gobernadores), y la oposición es tan precaria (a la figura de Carrió no la sustenta ninguna estructura participativa a nivel nacional), que pareciese que ahora la política se hace así: en la calle.

Los Kirchner esto no se lo veían venir. Pero instalar dicotomías fuertes siendo la primera minoría es riesgoso. Y más cuando vez que la gente de guita en general no apoya (salvo algunos beneficiados del modelo y otros amigos personales). Además eso de hablar siempre a la tribuna y no dar nunca entrevistas o conferencias de prensa te puede salir por la culata, porque queda medio cagón. Tampoco es lo más seguro dar tanto lugar a personajes tan impopulares como Moreno. A veces queda bien hacer un guiño a la opinión pública y rajar al tipo malo de la película, para descomprimir un poco.

Tal vez aportaron demasiado al recuerdo de los 90 y el disgusto con el neoliberalismo. Me parece que hoy saltó algo que estaba medio escondido: la antipolítica. En realidad no estaba escondido, sino que el gobierno buscó redireccionarla hacia los viejos partidos (PJ y UCR), pero en definitiva terminó retornando a uno de ellos y cooptando al otro. Y hoy se volvió a gritar "que se vayan todos...". Las protestas del 2001 no fueron solo contra el neoliberalismo, sino que la consigna central era el repudio a los manejos políticos tradicionales. En eso el gobierno no marcó ninguna diferencia.

Parece que los argentinos somos expertos en dicotomizaciones políticas. Esperemos no terminar como Venezuela (creo que es casi imposible).

PD: Un detalle importante. Las retenciones son una medida de control de inflación, la cual a la clase media le rompe bastante las... Es decir, eso de "estoy con el campo" es complicado, porque hay algunos intereses cruzados. Hay varias explicaciones posibles: desinformación (debido a las preferencias de ciertos medios de comunicación), desinterés (si es que la bronca contra el gobierno es tan grande que nadie se molesta en pensar realmente qué está reclamando), despreocupación (si quienes protestan piensan que un aumento en el costo de la leche y de la carne a ellos no les afecta, y los pobres se joden). Seguramente hay un poco de todo.

lunes, 24 de marzo de 2008

El comité de negocios de la burguesía

Edu Aliverti dice: es significativo que, también siempre sin mella de su rol genocida ni de su carácter mafioso, haya que insistir en el papel de las Fuerzas Armadas como instrumento supremo de las patronales “económicas” locales y universales. Eso de las fuerzas armadas como "instrumento" es un poco confuzo. Entiendo el lugar común progre (después de todo, soy uno de ellos): como el plan económico de la dictadura fue funcional a tipos que tenían una cantidad de guita terrible (más que nada los grandes terratenientes y los grupos financieros), las Fuerzas Armadas fueron solo un medio para favorecer sus intereses. Pasa que según Marcos y Tito (que estudiaron la dictadura posta), queda claro que las Fuerzas Armadas tenían bastante autonomía, y que si bien favorecieron a ciertos grupos económicos (a través de unos economistas medio raros a los que hasta entonces nadie daba mucha bola), no estaban para nada subordinadas a ellos.

Por ahí Aliverti no quiso extenderse tanto, pero en todo caso mejor no tirar frases que tiendan a reforzar lugares comunes. La historia es mucho más enquilombada de lo que las ideogías querrían.

PD: ¿Se animará algún progre algún día a mencionar las presiones del gobierno de Jimmy Carter a favor de los derechos humanos durante la dictadura?

domingo, 23 de marzo de 2008

Despelote en el campo

Extrapolando información de los amigos de la protesta agraria (La Nación), los enemigos (Página/12) y los enemigos de los enemigos (Perfil), me parece que ya hay elementos para algunas reflexiones teórico-filosóficas (lo cual no es necesariamente abstracto e inútil, a pesar de los prejuicios). Veamos:

-Las retenciones afectan no solo a grandes sino también a medianos productores. Es decir, no solo a tipos terriblemente millonarios y con una cantidad de tierras impresionante, sino a otros que tienen cantidades moderadas de terrenos y que, si bien tienen un buen pasar, no son mega-millonarios.

-Ninguno de los afectados por las retenciones está pasando hambre o carencias elementales. Los medianos productores son gente que tiene campos que valen mucha guita, y cuyas pérdidas económicas no los privan de tener una linda casa, auto, internet, mandar a los chicos al colegio y demás. De hecho, las retenciones se hacen sobre ganancias excepcionales, por la calidad de vida de los productores no se ve afectada.

-Las retenciones joden a los productores porque, entre otras cosas, restringen su capacidad de invertir y crecer económicamente. Es decir, los dejan bastante estancados en su situación económica actual (que, como ya dijimos, no es mala).

-Los argumentos en contra de las retenciones, al menos los proferidos por los opinadores de La Nación, se basan más bien en cuestiones de legitimidad, justicia, macroeconomía y constitucionalidad antes que en los perjuicios materiales sufridos por los productores agrícolas.

Más allá de que sea molesto que de un día para el otro te saquen la guita que ganaste, bloquear caminos y generar desabastecimiento es difícil de justificar para alguien que sin plata no se va a quedar. La democracia tiene ese inconveniente: la legitimidad de un gobierno viene del voto mayoritario de la población, y las minorías... a veces la pasan mal. Pero si no está en juego tu supervivencia y tus derechos elementales (nadie puede pactar la entrega de su propia vida, dijo Hobbes), más vale usar los canales tradicionales para cambiar las cosas: votar candidatos afines, hablar por los medios, organizar manifestaciones; incluso recurrir a la justicia si la medida se considera ilegal. Y si sale mal, mala suerte. Tribunales absolutos de lo bueno y lo malo no existen, así que por ahora tenemos esto de que la mayoría elige el gobierno que quiere y todos obedecen. Si ahora cada vez que uno considere que es víctima de una medida injusta la va a boicotear, se va a armar un despelote. De hecho... esto ya es un despelote ¿no?

sábado, 22 de marzo de 2008

Sarmiento... ¿era bueno o malo?

Osvaldo Bayer piensa que Sarmiento era un racista, que el racismo está mal siempre (no importa en qué sociedad y en qué época), y que por ello está mal que Macri haya impuesto como obligatorio que se cante el himno a su figura en las escuelas de Capital. El debate con el Ministro de educación porteño es bastante interesante; tanto, que se ha introducido en mis charlas personales con amigos entrañables (no tanto, porque son sociólogos).

La verdad que la respuesta del ministro es muy piola. Tanto que sospecho que está hecha para agradar a intelectuales cientificistas (o que se pretenden tales, como yo). Como sea, Bayer responde con algunas fórmulas progres que ven una solución justamente donde empieza el problema. Miren esta frase: Lo fundamental es juzgarlo [a Sarmiento] desde el punto de vista de ser humano y de la ética, tribunal supremo indiscutible. Matar es matar. Ser racista es algo inaceptable desde todo punto de vista. ¿"Punto de vista de ser humano y de la ética"? ¿"Tribunal supremo indiscutible"? ¿"Inaceptable desde todo punto de vista"? Parece ser que Osvaldo descubrió un criterio a-histórico para juzgar éticamente personajes históricos. ¿Será que se lo enseñaron en la Universidad de Hamburgo?

Yo no soy experto en historia argentina del siglo 19, pero si voy a juzgar a alguien de esa época éticamente (cuestión inútil para un historiador pero relevante en el contexto de la enseñanza primaria), lo primero que me preguntaría es ¿qué se decía en general en esa época y en ese lugar? ¿tenían presencia las ideas igualitarias que hoy en día se nos presentan como la evidencia misma, o el ideal de avanzar por sobre los indígenas era tan de sentido común para todos que pretender utilizarlo como criterio ético individual es ridículo? No lo sé, pero es la pregunta que un historiador debería hacerse antes de proferir, como si fuera un cura, que hay un tribunal supremo indiscutible para juzgar las acciones humanas. Caso contrario, Bayer va a tener que condenar a varias civilizaciones indígenas enteras por racistas e imperialistas. De hecho, va a tener que condenar éticamente a toda la humanidad que existió durante miles de años. Después de todo, hasta que a alguien se le ocurrió (hace bastante poco) que todos somo iguales y que está mal tener esclavos, pasó mucho, pero mucho tiempo.

No sé qué onda Sarmiento y su época, pero creo que Osvaldo podría darle un poco más de vuelo al debate.